sábado, noviembre 22, 2014

Se le hace una caja de pobres


La escuela está llena de anécdotas, la mayoría de ellas las acabamos olvidando y otras las mantenemos siempre ahí, como recuerdo imborrable de que educar tiene su punto divertido.
Pero sobre todo las anécdotas que suceden en nuestras aulas, muchas veces, son auténticos tratados de pedagogía si sabemos mirar más allá de lo divertido.
La última que os puedo contar en mi clase sucedió el día 20 de noviembre Día Internacional de los Derechos de la Infancia.
En mi cole propusimos hacer una especie de puzzle con cajas. A Cada clase se le asignó un Derecho y se le pidió que decorasen la clase con algo alusivo a ese Derecho: palabras, fotos, dibujos…
Con todas esas cajas íbamos a construir el “castillo de los Derechos de la Infancia”.
En mi clase nos correspondía el Derecho a la protección de la Infancia y realizamos otras actividades que podéis ver en nuestro blog de aula, una de ellas fue escribir en parejas como contar a nuestras familias en el blog que era el 20 de noviembre.
De pronto me encuentro con que una pareja ha escrito:
“Hoy vamos a contaros los derechos de los niños y niñas. Hay niños que no pueden ir al colegio porque tienen que cazar en una selva, por eso, “SE LE HACE UNA CAJA DE POBRES”
No pude aguantar la risa.
Les expliqué que la caja que acabábamos de forrar no les servía de nada a los niños que tenían que trabajar para ayudar a sus familias y que era solo como un juego para celebrar un día en el que celebramos que esos derechos existen.

Creo que la reflexión sobre lo que queremos conseguir con nuestras propuestas y lo que realmente conseguimos debería de ser mucho más profunda.